De caficultor a rector

Por: Luz Estrella Rosado Méndez

Alrededor del año 1970, en los lares del humilde pueblo de San Sebastián, se desarrollaba una pequeña empresa cafetalera familiar. Este lugar era una torrefacción casera. Solamente tostaban el café al sol para luego molerlo y repartirlo entre los vecinos. EL resto de los quintales se le vendían a otra torrefacción que si se dedicaba a procesar el café para fines comerciales. En la misma se encontraba trabajando el joven de 11 años, Eladio A. González Fuentes. El terreno dedicado a la siembra de café bajo sombra permitía que en medio del sembrado se cultivaran otros productos tales como: guineo, china, güaba, güamá. Estos frutos eran de gran satisfacción para los trabajadores del cafetal que de tanto en vez se alimentaban de estos frutos en horas laborales. Recuerda Don Eladio que las siembras eran inmensos bosques que proveían alimento y refugio a la vida silvestre del campo puertorriqueño. ¡Poco se imaginaban estos caficultores que la quietud que conocían de la siembra cafetalera iba a ser trastocada!

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Según lo relatado por el Profesor González, la oficina de Extensión Agrícola ya planificaba realizar cambios en la industria cafetalera con el fin de que la misma tuviera mucho más productividad. Por tal razón, decidieron comenzar a sembrar el café de sombra bajo el sol. Los caficultores al principio se opusieron al abrupto cambio. Por consiguiente, Extensión Agrícola decidió otorgar incentivos a todo aquel agricultor que cambiará el cafetal de sombra bajo el sol. Se les comenzó a conferir abono por el quintal de café y árboles del fruto para expandir la siembra. Con mucha más razón, los caficultores cedieron al cambio y comenzó la siembra de café bajo sol.

De acuerdo a don Eladio, la siembra de café bajo sol cumplía con el mismo propósito que era producir café, pero trajo mucho más inconvenientes para el caficultor. En primer lugar ya el cafetal no era tan sustentable como la siembra bajo sombra. No existían frutos de por medio en la siembra que brindaran alimento al caficultor en un día de trabajo. Los animales silvestres ya no tenían albergue a la sombra de los grandes árboles frutales. Durante este tiempo llegó otro ser vivo a habitar el pequeño arbusto un insecto conocido como la roya. Lamentablemente, relata don Eladio, que el terreno ya no era fértil como solía ser cuando las hojas de los árboles caían en el suelo, creando un abono natural para los arbustos de café.

Los árboles de café necesitaban ser constantemente roseados de plaguicidas y necesitaban ser abonados por mano de hombre. Durante el sembrado al sol, la maleza quería apoderarse del sembrado así que los caficultores estaban obligados a utilizar los herbicidas mientras que la hierba era más controlada cuando el café estaba bajo sombra. Indica don Eladio que el trabajo al sol fatigaba mucho más al caficultor en su faena diaria. Uno de los buenos aspectos del café bajo sol era que producía mucho más fruto, lamentablemente la mano de obra no era suficiente y por consiguiente recolectaban tanto el café maduro como el verde y de esta manera aprovechaban a los recolectores disponibles en el momento. Al combinarse tanto el grano maduro como el verde afectaba la calidad del producto.

El Prof. Eladio González relata que los terrenos de los árboles de café comenzaron a cambiar ya que se deterioraban demasiado de rápido y como resultado, de esto se comenzó a sustituir café por sembrar semillas de plátano. Después de un tiempo, la finca, se fue dividendo en solares para la construcción de viviendas y así culminó la historia de este cafetalero. El joven de 11 años creció para demostrar su amor por la tierra ejerciendo su profesión como profesor de Tecnología Agrícola y ahora rector interino de la Universidad de Puerto Rico en el Recinto de Utuado.

Por casi tres siglos, el café ha sido un arbusto que se acogió muy bien a la necesidad del puertorriqueño. El ser humano siempre ha buscado mejorar la calidad de vida, pero muchas veces olvida que a pesar de que el proceso sea un poco arduo y tome mucho más tiempo de lo deseado el producto puede ser mucho mejor de lo esperado. Como dice el jíbaro: “No por mucho madrugar amanece más temprano”; el querer “madrugar” el café lo llevó a que no volviese a “amanecer” como la industria principal en Puerto Rico.

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